22.03.2017 - OPINIÓN

Diez años del reconocimiento de genocidio “histórico y continuado” sufrido por el Pueblo Gitano

Por Cristóbal Laso Silva



Año 2007. Como pasa el tiempo. Diez años. 3.650 días, más o menos.

Sí, diez años que han pasado tremendamente rápido, sobre todo para los que ya tenemos muchos. Diez años en los que han pasado cosas, muchas, muchísimas.  Años malos: crisis, desahucios, paro, recortes, corrupción…y años buenos: super avances en las TICs, fin del terrorismo de ETA, y…bueno, alguna cosa más. La verdad, no muchas.

Diez años en que, un 29 de marzo del 2007, vimos culminado uno, solo uno, de nuestros grandes sueños: que las Instituciones reconocieran el “genocidio histórico y continuado sufrido por el Pueblo Gitano en España, también en Catalunya”. Así lo hizo una: el “Parlament” catalán. El primero. El único.

Tras muchas, muchas, muchas reuniones. Tras muchos, muchos, muchos tiras y aflojas. Tras algún “cepillado”, por fin, ¡y al fin!, un veintinueve de marzo del 2007, el President Benach, en nombre de todas las diputadas y diputados, y por tanto, en nombre y representación de todas las catalanas y catalanes, realizó la lectura de la declaración institucional.

Les puedo asegurar que jamás he vuelto a tener la misma sensación: orgullo, emoción, tristeza…y también alegría.

Difícil, muy difícil explicar el cúmulo de sensaciones, algunas ciertamente contradictorias, que en aquel momento más de uno sentíamos, cuando en sede parlamentaria, el pueblo de Cataluña a través de sus representantes transmitió al Pueblo Gitano  que “deplora todas las leyes racistas y anti-gitanas que han dictado o secundado las instituciones catalanas y todas las situaciones que han producido el maltrato, la discriminación y la vulnerabilidad del Pueblo Gitano a lo largo de la historia” que “afirma y reconoce que el Pueblo Gitano residente en el Estado español, y concretamente en Cataluña, ha sido víctima de un genocidio histórico y continuado” y que “se compromete a trabajar para que se apliquen políticas inclusivas, efectivas y decididas con el objetivo de conseguir la igualdad de oportunidades de los miembros del Pueblo Gitano en Cataluña y el reconocimiento y el mantenimiento de sus señas culturales e identitarias”.

Muchos recuerdos, muchos agradecimientos: mis infatigables compañeros de Junta en la FAGIC de entonces y su personal técnico, el amparo y apoyo de innumerables personas y organizaciones gitanas y no gitanas, el popular Rafael López, -grande Rafael-, el socialista David Pérez, -insustituible-,el convergente Josep-Lluis Cleríes, -influyente-, el señor Robles de Ciudadanos, -el nuevo-, y sobre todo, a la republicana Anna. La buena de Anna Simó, buena amiga del Pueblo Gitano, infatigable, inteligente…y honesta. Sobre todo honesta. No estoy seguro, pero tengo la intuición, que sin ella y su determinación, este que escribe, aún estaría haciendo guardia en la puerta del Parlament asaltando a unos y otros en busca de una soñada y, aunque mínima, necesaria restitución.
Perdón ¿he dicho restitución? Pues no. Evidentemente no. Solo un reconocimiento. Bien que sin este, no es posible aquella. Se me ocurren, al menos, tres requisitos más: compensación, reparación y recuperación.

La compensación. La devolución de lo perdido, de lo olvidado.

La reparación. De la implantación del conocimiento de la historia gitana y su cultura. De la implantación de medidas reales, efectivas, justas, equitativas, igualadoras.

La recuperación. La interculturalidad. El respeto social.  La autonomía cultural.

 

Cristóbal Laso Silva

Presidente del Centro gitano de investigación

 

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