22.02.2017 - ALICANTE

El libro de la vergüenza

El Instituto Gil-Albert recopilará las conferencias sobre el intento de exterminio gitano

 


El pasado verano, en la inauguración de la placa en homenaje a las víctimas de la gran redada contra el pueblo gitano (E.M; El Mundo)

El 30 de julio de 1749 a las familias gitanas de España se las arrestó, se dividieron entre hombres y mujeres, y se confinaron para realizar trabajos forzados o mantenerlos encarcelados. Aquello fue conocido como la Gran Redada. Algunos, como Nicolás Jiménez, lo denominan el primer intento de genocidio conocido en la historia por su intención.

Jiménez, de la Federación de Asociaciones Gitanas de la Comunidad Valenciana, junto a Juanjo Payá, se ha encargado de coordinar el ciclo de conferencias ‘El exterminio de los gitanos’ que está acogiendo durante este mes el Instituto Alicantino de Cultura Juan Gil-Albert. Fue precisamente en la provincia de Alicante donde se mantuvieron encerrados en el Castillo de Santa Bárbara y en Dénia a los gitanos de la Comunidad.
El Gil-Albert editará un libro el próximo año recopilando estas charlas sobre la Gran Redada que sufrió el pueblo gitano en 1749. El ciclo se cerrará este miércoles con Helios Fernández, quien analizará el impacto de esta desde una perspectiva decolonial. En el volumen, según avanza Jiménez, plantean incluir algún texto o facsímil del historiador Antonio Gómez Alfaro, quien falleció el pasado año, y fue uno de los primeros en investigar sobre este tema.

“Me ha parecido muy oportuno rescatar este tema”, apunta el director del Gil-Albert José Ferrándiz, “porque nos tiene que hacer pensar en lo que somos capaces de hacer la especie humana, que es la auténtica enemiga para el hombre, y eso se requiere que se cuente”. El desconocimiento general sobre estos hechos históricos fue una de las principales razones que impulso a Ferrándiz para presentarlo ampliamente a lo largo de una serie de encuentros con prestigiosos historiadores.

 

Trabajos forzados

Los presos en el alicantino Castillo de Santa Bárbara, todos los hombres gitanos mayores de siete años, poco a poco fueron trasladados a los arsenales de la Marina. Aquellos arsenales eran los astilleros donde se construían los barcos del Estado, allí los condenaron a trabajos forzosos para toda la vida, sin vista de juez. Los de Alicante fueron a parar en su mayor parte a Cartagena, unos pocos acabaron en el interior, en la construcción del puerto de Navacerrada.

El destino de las mujeres tampoco fue bueno. Las presas en la fortaleza de Dénia, en su mayoría, fueron destinadas a la Casa de la Misericordia en Zaragoza, y otras menos al Hospital del Rey en Valencia. En ambos lugares se las forzaba a trabajos de mantenimiento de los centros. A algunas de las niñas las acabaron poniendo a servir a familias nobles.

 “Es bueno que todos conozcamos  este punto negro en la historia de España para evitarlo”, insiste Jiménez, “más ahora con el ascenso de los regímenes de extrema-derecha totalitarios que están resurgiendo por todo el mundo con discursos racistas y xenófobos».

 

(Miquel Hernandis; El Mundo)

 

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