30.06.2017 - ENTREVISTA

Joan M. Oleaque, profesor de la Universidad Internacional de Valencia

“El Pueblo Gitano ha quedado en una tierra de nadie comunicativa, bastante ausente de corrección política”


Joan M. Oleaque / Archivo particular


Joan M. Oleaque (Catarroja, 1968) es doctor en Comunicación por la Universidad de Valencia con la tesis ‘Los gitanos en la prensa española’ y una referencia en el periodismo de investigación, con grandes reportajes como ‘Desde las tinieblas; un descenso al caso Alcasser’ o ‘En éxtasi’ (sobre la denominada Ruta del Bakalao). Ha sido miembro investigador del proyecto europeo Romani Lives y ha participado en el grupo de investigación sobre discriminación de minorías Language, Ideology, Power (Lancaster University). Actualmente es profesor de la Universidad Internacional de Valencia y, junto a la catedrática de Periodismo de la Universidad de Valencia, Carolina Moreno, acaba de publicar en la revista científica Sistema el estudio ‘Del estereotipo gitano en la prensa de referencia al “Yo no soy trapacero” de las redes sociales’.

 

¿Cuál es la hipótesis de partida del estudio ‘Del estereotipo gitano en la prensa de referencia al “Yo no soy trapacero” de las redes sociales’?

Que los grandes medios en papel, a lo largo el tramo investigado, y pese a que éste forma parte de un nuevo siglo -el XXI- han dado de las gitanos de manera regular una imagen que elude lo positivo, mucho más ligada a la degradación que al folclore (que sería el otro estereotipo habitual). Por supuesto, hay excepciones en esto, y muy importantes, pero esos textos positivos no forman parte de lo habitual ni de los grandes picos de publicación de noticias étnicas. Percibíamos, por el contrario, que el uso de redes sociales por parte de ciudadanos gitanos podría ofrecer una imagen diferente, más plural, común y realista, en relación a cómo se ve la propia etnia en España.

 

En los 10 años analizados, del 2003 al 2012, ¿se atisba algún síntoma de mejora en la imagen que transmite la prensa sobre el Pueblo Gitano?

En lo que nosotros advertimos, no; fueron años en los que se ligó mucho la imagen gitana a la de la inmigración de Europa del Este, y esa combinación ofrecía una imagen muy dura de los gitanos (más aún de las gitanas, en algunos casos). Pensamos que el Pueblo Gitano ha quedado en cierto modo en una tierra de nadie comunicativa, bastante ausente de corrección política, en la que, según el periodista y su sensibilidad, será bien o mal representado, tal cual.

 

¿La crisis económica y la precariedad del periodismo en España han empeorado el tratamiento de los gitanos en los medios?

Lógicamente, lo han hecho: las rutinas productivas ultra-precarias y extremas han empeorado mucho el periodismo y han herido fuertemente a los matices más sociales; favorecen, además, el uso rápido de tópicos y estereotipos, en vez de buscar contexto y ofrecer información más lenta, compleja y trabajada.

 

En el estudio criticáis que los temas periodísticos analizados siempre “envuelven el suceso, persecuciones y miseria”. ¿Hay un encorsetamiento de temas cuando se habla del Pueblo Gitano en los medios?

Lo hay. No siempre se habla de los gitanos como responsables de la miseria y el desastre, pero siempre están en medio; con lo que se transmite una imagen de pertenencia natural a ese estado de cosas, que parece imposible de romper, y se extiende desde toda su existencia, como una maldición. Sin embargo, no se habla de racismo hacia los gitanos en España (aunque sí en otros países).

 

La imagen es cada vez un componente más importante de la información. ¿Qué peso tiene en la perpetuación de los estereotipos?   

En lo que hemos visto, los refuerza mucho. Los complementa y les da plasticidad, los facilita. Liga a los gitanos con un pasado de mucha pobreza o de desastre suburbano, del que la sociedad mayoritaria pretende alejarse a toda velocidad. Por el contrario, los gitanos –hablo de los gitanos de capas medias - no muestran en absoluto esa imagen a través de redes sociales, sino cosas mucho más cotidianas, aspectos bastante más familiares, muy parecidos al que muestran de sí mismos en las redes los no gitanos.

 

¿Cómo afectan los estereotipos transmitidos sobre los gitanos en la prensa a la percepción que tenéis los gitanos de vosotros mismos?

Los refuerzan, los confirman, los solidifican. Complica mucho la auto-mala imagen que por el hecho de ser gitano, uno puede acabar teniendo. De algún modo, es como constatar que algo de razón deberán tener los que consideran que ser gitano es esto o lo otro; constatar que no hay escapatoria, que se haga lo que se haga, va a prevalecer la mala imagen y todo está perdido. Es muy contraproducente.

 

En el estudio afirmáis que sólo en un 20% de los textos analizados hay declaraciones de personas gitanas ¿Por qué todavía los gitanos tienen tantas trabas en el acceso a los medios de comunicación?

Por una parte, el acceso a los gitanos para los periodistas no es nada fácil, y por otro, cuando éste se da, se utiliza el punto de vista de un modo muy complementario, como si fuera muy previsible lo que se dice, algo con lo que hay que cumplir, pero sin profundizar. Sería muy oportuno que las asociaciones se brindaran mucho a suplir estas situaciones hacia los periodistas, incluso –o sobre todo- en los temas más duros.

 

En la prensa el grupo gitano aparece “expulsado, violento o sumido” mientras que en el vídeo “Yo no soy trapacero” se muestra activo y crítico con las injusticias. ¿Crees que el movimiento asociativo gitano, que encarna esta visión de empoderamiento del colectivo, tiene poco peso en la prensa?

Sí. Unión Romaní, por ejemplo, emite en los últimos tiempos muchas notas de prensa sobre temas de mucha actualidad, temas importantes y polémicos; yo creo que ese es un camino muy interesante. Las asociaciones deben estar mucho más conectadas con los periodistas, actuar como fuentes de los periodistas de manera natural, y opinar públicamente de los temas pertinentes,  procurando, eso sí, aportar aspectos de interés en lo que digan. Y si pueden, datos.

 

Apuntáis también que la prensa presenta a las personas gitanas como parte de un ente poco definido y despersonalizado. ¿Es este uno de los mayores obstáculos a superar, la homogeneización del Pueblo Gitano en los medios?

Entendemos que sí. A nivel audiovisual, es algo agotador. Cuando hay un suceso, aparece el estereotipo más suburbano, pero, últimamente, vemos un estereotipo más frívolo, más circense, sobre los gitanos, en plan caricatura. Es decir, se salta de un extremo a otro. En medio de eso, lógicamente, queda poco; cuando en realidad es donde está la mayoría de la comunidad.

 

En el informe resaltáis que los medios tienden a responsabilizar a la propia minoría de su discriminación. ¿Falta autocrítica por parte de la sociedad mayoritaria?

Hay muy poca autocrítica, y está localizada sólo en medios y momentos muy concretos. Se da culpando a partidos políticos o a países de origen (en el caso de gitanos inmigrantes). Pero no se observa una reflexión social real o una intención de llevar a cabo eso. Mediáticamente, es algo pendiente.

 

¿El auge de las redes sociales y la democratización de la información juega a favor o en contra del Pueblo Gitano?

Juega  a favor, sin duda, porque, por primera vez, ofrecen un manejo de la imagen propia y una difusión de la misma. Ahora bien, también permiten el acceso a las mismas de un verdadero racismo anti-gitano que se expande bastante cómodamente a través de Internet. Este fenómeno debe tomarse muy en serio y entendemos que, contra él, hay de luchar de manera más pertinente y precisa que hasta ahora.

 

Laura Guevara Monfort

 

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