26.06.2017 - ENTREVISTA

Vicente Rodríguez, activita en defensa de los derechos del Pueblo Gitano

“Si nuestros desafíos son extraordinarios, necesitamos referentes extraordinarios”


Vicente Rodríguez, en Hollywood / Archivo particular


En 2016, la prestigiosa revista Forbes seleccionó a Vicente Rodríguez como uno de los 30 jóvenes menores de 30 años más influyentes –a nivel político- en Europa. Con 27 años, Rodríguez ya se había labrado un nombre en el mundo del activismo a favor del Pueblo Gitano y aunque dejó el colegio a los 12 años y se puso a ayudar a sus padres vendiendo en el mercadillo, su formación autodidacta, su interés por el mundo y su lucha política le han permitido llegar a ser profesor de la Universidad de Washington, donde imparte clases de Historia Comparativa de las Ideas y Legado de los Imperios, y a coordinar proyectos Europeos y trabajar en el Parlamento Europeo y en el Consejo de Europa, entre muchas otras cosas.

 

¿Cuál es tu influencia a nivel político en Europa?

Realmente mi influencia es limitada, se reduce al mundo del activismo romaní. Lo que sucede es que si tenemos en cuenta la situación de los gitanos en Europa, ahora mismo la cuestión gitana tiene una relevancia enorme, tomando en cuenta el ascenso de la extrema derecha, el antigitanismo, el creciente populismo, los crecientes nacionalismos extremos…Entonces, de alguna manera, aunque soy una persona que tiene una red con cierta capacidad de influencia, creo que la revista [Forbes] lo que ha intentado hacer es reconocer esa situación.

 

Eso es humildad, porque has llevado a cabo muchas acciones destacadas.

Bueno, hablando de la influencia hay dos cosas, que no son exactamente política, son como diseñador y hacedor de política. Una fue mi participación en la campaña para el reconocimiento del 2 de agosto como el Día de Conmemoración del Genocidio Gitano durante la Segunda Guerra Mundial. Nosotros llevamos organizando esto desde el año 2010, 2009, y finalmente conseguimos lanzar exitosamente una campaña y hubo un reconocimiento a nivel institucional en el Parlamento de Europa. Eso ha sido algo que ha llamado la atención de la gente de Forbes. Otra de las cosas que llama la atención en mi trabajo es que en EE.UU. estoy haciendo lobby para mejorar la imagen de los gitanos en la cultura popular americana.

 

¿En EE.UU. se conoce tanto como aquí en Europa a la etnia gitana?

No se conoce nada en absoluto. En EE.UU. la comunidad gitana tiene unas condiciones fantásticas. Algunos llevan allí como 200 o 300 años, la mayoría son de origen ruso. Es una población muy próspera, casi yo diría que están en la línea de clase media-alta, casi clase alta.

 

Se parece poco a la situación en Europa.

En Europa, el antigitanismo tiene un matiz distinto, porque es un racismo casi folklórico. Es decir, es parte de la tradición europea. De hecho, el racismo contra los gitanos forma una parte integral de la mayoría de estados-nación en Europa cuando se fundan. Es decir, los gitanos son el enemigo y los estados se definen en contraposición a los gitanos como todo lo indeseable. EE.UU. es totalmente distinto. Sí ha habido muchas acciones contra los gitanos y las hay, pero la virulencia no se puede comparar a la realidad gitana en Europa.

 

Destacas, también, por tener una visión diferente del activismo tradicional. Utilizas la cultura pop como herramienta educativa y revolucionaria.

Desde hace unos años he comenzado a utilizar cultura popular, pelis de ciencia ficción, cómics, videojuegos…con jóvenes gitanos de toda Europa para enseñar un montón de cosas, pero no solamente educación en derechos humanos, también historia o historia de la filosofía, cosas que son muy útiles e importantes para que realmente el empoderamiento esté ahí. Los gitanos, como gente que ha sido oprimida, poseen la experiencia y las emociones, pero ser capaces de procesar esas experiencias y emociones y convertirlas en ideas revolucionarias que lleven a una producción final, requiere una educación, no en el sentido ortodoxo, sino una educación en el pensamiento de la resistencia. Y si bien es cierto que las comunidades gitanas enseñan desde jóvenes -hay una enseñanza y un saber de la supervivencia, de la resistencia-, la cultura popular puede dotarnos de unas herramientas enormes. Además la cultura popular también otorga a los jóvenes gitanos herramientas para ser capaces de salir de esa microburbuja que es el mundo gitano y enfrentarse al mundo exterior.

 

¿Cómo lo haces?

De muchas maneras. Por ejemplo, la película X-Men: Primera generación, la he proyectado para jóvenes gitanos en toda Europa más de 200 veces, haciendo Workshops después. Sobre todo intentando que los jóvenes gitanos cambien un poco la percepción de sí mismos. Muchas veces, lo que se les suele decir es que lo único que pueden ser es un abogado o un médico y ese es el estándar más alto que hay. Yo intento romper un poco eso y hacer que sean capaces de tener unos referentes. Es decir, la mayoría de gente que ha hecho algo extraordinario tenía un referente superior. Por ejemplo, Julio César se inspiraba en Alejandro Magno y Napoléon se inspiraba en Julio Cesar, pero Alejandro Magno se inspiraba en Aquiles, que era un personaje mitológico. En ese sentido creo que, si nuestros desafíos son extraordinarios, necesitamos referentes extraordinarios. Y aunque debemos valorar y sentirnos muy felices por esta gente que tenemos entre nosotros, que ha conseguido llegar a la universidad, llegar al mundo de la política…este no debería ser el límite de nuestros sueños, sino que tendríamos que tener un estándar mucho más alto, de ahí lo de los superhéroes. Es decir, leerte a alguien que, como Spiderman, dice que un gran poder conlleva una gran responsabilidad, es de una fuerza moral enorme para un grupo de gente o una comunidad como la gitana, que sufre una opresión brutal.

 

Con esa transformación interna llega la reivindicación externa. ¿Cómo tomaría forma en España ese movimiento?

Tenemos la comunidad gitana de Europa que representa la mayor homogeneidad a nivel de grupo, porque somos calós, tenemos la mayor historia común, la mayor tradición musical común…Tenemos además a mucha gente que está preparada. Entonces, ¿cómo puede ser la revolución en España? Pues si la revolución va a ser en cualquier país, la revolución va a ser en España. Además, España es uno de los pocos países donde algunos gitanos han conseguido llegar a la clase media. No podemos esperar que gente que no tiene ni para comer, ni para beber, ni tiene agua, ni luz, como es el caso de la gente que vive en algunos lugares de Europa Central, vaya a comenzar una revolución.

 

¿Qué es lo que falta?

El primer desafío es reconciliar a nuestras élites –gitanos educados, gitanos en el mundo de la política, gitanos en el mundo del activismo…- con la base. Porque hay resquemor entre ambas partes. La élite siempre reprocha: Es que mira, yo me casé con una paya y entonces me rechazasteis…Y desde la base hay otro reproche: Os fuisteis, nos abandonasteis, buscasteis un trabajo y no os acordáis de los gitanos… Acabar con ese resquemor para crear una comunidad que sea capaz de avanzar junta es fundamental. Después, si hablamos de una revolución de masas, si hablamos de números, en España solamente lo es capaz de movilizar la Iglesia evangélica. Incluso cuando las non profit más poderosas en España deciden hacer una marcha, tienen que pedir permiso a los pastores evangélicos para no hacer las dos cosas a las 20h, porque empieza el culto. Así que si hablamos de una movilización de masas, eso pasa por la iglesia evangélica y pasa por reconocer el papel de la iglesia. Después hay muchas cosas que hay que hacer. Hay que saltar al mundo de la política, de la academia…Hay que saltar a muchísimos ámbitos donde nos hemos visto históricamente relegados a una segunda posición o a ninguna posición y en ese sentido hay mucho trabajo por hacer.

 

¿Cómo se llega a conseguir todo eso?

Lo que yo intento hacer, por ejemplo, es utilizar técnicas de movimientos por los derechos civiles en EE.UU. con gente de la Iglesia evangélica en España. Por ejemplo, hace poco paramos un desalojo de una iglesia evangélica en la provincia de Alicante. Juntamente con el pastor y la gente de la iglesia -unas 150 personas-, trajimos a un activista de EE.UU., afroamericano, para que les diera un entrenamiento. Cómo organizarse, cómo hacer un sit in, cómo pararse en la puerta del Ayuntamiento, cómo decir, no, no vais a cerrar la iglesia, no vais a quitar las casas, no vais a quitar los trabajos…

 

Entonces el cambio pasa por la movilización.

Ahora lo que yo intento hacer es organizar a la gente. Parte del trabajo que hago como voluntariado es intentar ayudar a iglesias evangélicas a organizarse para evitar estos desalojos. Cuando haya un ataque a gitanos en Hungría y nosotros necesitemos a 1.000 personas enfrente de la embajada húngara, no va a haber ningún problema, porque eso lo puede organizar un pastor con un grupo de WhatsApp. Darle a la gente las herramientas para organizarse, darles también la inspiración, porque los gitanos tienen miedo. Por ejemplo, los afroamericanos, cuando había algún problema, no tenían miedo a morir, no tenían miedo a ir a la cárcel. Pero yo lo veo por mi familia y por mis primos, digo, ve a decirle a un gitano que vamos a ponernos todos aquí delante del Ayuntamiento y ahora vienen estos vestidos de GEO con las pistolas de goma y no va a quedar ni un gitano en la plaza, porque la mentalidad es la de escapar por el terror total por la historia que tenemos. Tenemos que inspirar a la gente, dar ejemplo y crear un sentido de identidad. Pienso que la pelota cae muchas veces en la élite. Gente como yo, en cualquier posición de poder, por pequeña que sea, son los que tienen que hacer el mayor esfuerzo por acercarse a las comunidades.

 

(Alicia Fàbregas)

 

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