18.09.2015 - OPINIÓN

Carta a mis hermanas, primas y tías

Por Patricia Caro Maya


Hermanas, Primas y Tías:

Os escribo esta carta porque llevo un tiempo mirándonos de cerca y de lejos, escuchando nuestros clamores cuando nos reunimos en intimidad, compartiendo conversaciones mezcladas con café sobre nuestras necesidades como personas, como mujeres y como gitanas. No nos importa la edad, el estado civil o el abolengo familiar. Teniendo como fuerza de unión el Género, las dificultades y la Comunidad que compartimos, las diferencias se acortan para encontrar el bálsamo que calme las dukelas.

Juntas, nos apoyamos como podemos ante la ansiedad por el desahucio de cualquiera de nosotras, la enfermedad de alguna persona cercana o las fatigas económicas para poder ofrecer a nuestra gente una vida digna. Juntas, clamamos por nuestros hombres, para que obtengan discernimiento y fortaleza en este mundo tan injusto, que muchas veces les hace refugiarse en espejismos perversos y laberintos sin salida (¿Harán ellos lo mismo por nosotras cuando no los vemos?).

Convivo con la ansiedad de nuestras jóvenes, que por un lado sienten la mirada desconfiada desde que van al colegio, que son obligadas a permanecer durante años en una institución que sólo espera de ellas que se casen y tengan muchos bebés, pero que no les ofrece opciones reales de éxito, participación o como mínimo sentirse reflejadas. Chicas, que respondiendo al miedo de las personas adultas gitanas y payas, ven que la única forma de cambiar su vida es casándose. Búsqueda azarosa de un resquicio de protección dentro de esta selva tan hostil, pero que por otro lado enfrenta la difícil tarea de encontrar en su entorno hombres gitanos que sepan valorar sus tesoros y su crecimiento personal sin sentirse infravalorados. Al fin y al cabo, jóvenes gitanas que luchan por la supervivencia dejando su Felicidad a la suerte de la lotería o la soltería.

Hermanas, Primas y Tías, no quiero que nos quedemos ancladas en el dolor y la impotencia por la realidad que vivimos, porque esa no es nuestra Naturaleza. Que las cosas no pueden cambiar es un cuento falso que nos meten en la cabeza para que nos quedemos en un rincón llorando sin queja y aguantando injusticias visibles e invisibles. Debemos levantarnos con Dignidad y Restituirnos, tenemos un montón de retos por delante, así que empecemos por el primero:

Aprender a detectar al demonio de la violencia contra las gitanas (a kilómetros de distancia si es posible).
Este Demonio tiene muchas caras, se disfraza de programa de televisión que ridiculiza nuestras intimidades más preciosas y se disfraza de pobreza. Se pone el traje de “No, porque eres gitanas” y te desnuda públicamente gritándote “no existes”. Toma forma de silencio y a veces se transfigura en alguien conocido que convive con nosotras.

Pensemos en nosotras, en nuestra Cultura y en las generaciones que vienen. Soñemos.

Quiero que existamos, que se nos vea, y que decidamos en Nosotras, en la Ley, en la Escuela, en las Sociedades y en la Política, porque lo contrario es inhumano, injusto y va contra los Derechos Fundamentales (que también nos pertenecen, aunque no estemos acostumbradas a oírlo). Quiero que podamos elegir ser maestras, médicas, amas de casa, madres, empresarias, autónomas, vendeoras… Que dejemos de morir 30 años antes que las payas, porque nos queda mucho trabajo por delante durante mucho tiempo. Quiero Gitanas Luchadoras, porque es lo que siempre hemos sido, no nos creamos esa mentira de que somos sumisas. ¡Ancianas! ¡Contadnos vuestras vivencias cuando andabais por los caminos con los caballos y vendiendo sábanas de Holanda!

Quiero que estemos unidas para sentarnos con los gitanos y explicarles que es a nuestro lado donde deben luchar, igual que hacemos siempre nosotras. Hagamos frente a los enemigos comunes: el miedo y la desvalorización. Rescatemos de nuestra Memoria Histórica que el Respeto y el Amor dentro de las Comunidades Gitanas es la mayor fortaleza para poder adaptarnos y sobrevivir en la Sociedad del S. XXI, y que sin ellos, habremos perdido nuestra virtud principal: la capacidad de enfrentar y superar adversidades junt@s, apoyándonos siempre en la experiencia de las personas ancianas.

Quiero que nos sentemos al lado de las Payas y les digamos que esto es responsabilidad de todas. Debemos luchar juntas, respetando nuestros valores culturales, porque erradicando la Violencia contra las Gitanas se ganará una batalla fundamental contra el patriarcado y su ansia de Poder sometedor, que pretende hacernos creer mentiras como que somos débiles y estamos solas.

Hermanas, Primas, Tías, sueño con que seamos otra vez gitanas Libres, Fuertes, Valientes. Que aman y luchan por su Comunidad y por ellas mismas. Sé que es difícil y que estamos cansadas de hacer nosotras los esfuerzos más grandes siempre, pero como me dijo una vez una Anciana de Respeto: “Quien más tenga, que más ponga”. Coloquemos nosotras la primera piedra, concienciemos a los hombres para que construyan con nosotras y pidamos apoyo a las payas. Al fin y al cabo, se trata de hacer más pequeñas las piedras de nuestro camino y que las generaciones venideras no tengan obstáculos gigantes que saltar, que no haga falta ser una atleta olímpica con medalla de oro para poder sobrevivir, y para ello debemos ponernos manos a la obra:

INSTRUYÁMONOS, porque necesitamos toda nuestra INTELIGENCIA.

CONMOVÁMONOS, porque necesitamos todo nuestro ENTUSIASMO.

ORGANICÉMONOS, porque necesitamos toda nuestra FUERZA.

SALUD Y LIBERTAD. SASTIPÉN THAJ MESTIPÉN.

OPRE ROMNIA!!

 

(Artículo extraído del blog El desván del museo)

 

Volver