02.05.2013

Mi héroe

Por Marcos Santiago

Hace unos años pasé por el Puente de Benamejí porque decidí viajar a Málaga por la 331 para que mis niños vieran los caminos de antes y vi una placa conmemorativa fechada en el 36 que felicitaba a unos soldados como héroes y emplazaba a recordarlos. Con orgullo informé a mis niños de que esa placa la habían puesto allí por su bisabuelo. Les dije que fue un héroe porque no pegó un solo tiro y desde la trinchera solo retaba a los soldados republicanos con fandangos cruzados.

Mis niños me preguntaron de qué ejército era y yo les dije que, a diferencia de los mandos, los soldados no son de ningún bando. Ayer volví a pasar para ir a ver por última vez a mi abuelo Juan, el fragüero de Iznájar, que a la fuerza fue a esa guerra. La ley de Memoria histórica peca de lo que critica y la placa ha sido arrancada.

Mi abuelo fue una gran persona, jamás hizo daño a nadie y solo se dedicó, como mi abuela, como mucha gente de esa época, a arrancar sonrisas ajenas y esconder preocupaciones propias. Gracias a Dios mi madre es clavadita a ellos. Ahora volverá a su pueblo, a Iznájar y desde la Puerta del Rey que tan cerca está de las estrellas marchará a la gloria que tanto merece y allí le esperará una fragua preciosa y chiquita con ruido de fondo de fandangos y a la hora de comer lo llamará Mama Amalia, su gran amor, diciéndole que el potaje ya está preparado y deje de pegar martillazos a un yunque que hoy retumba como nunca en mi corazón. Papa Juan, este verano pasaré por el Puente de Benamejí, y con rabia por tu marcha en el hueco dejado volveré a escribir que tú eres un héroe.

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