12.03.2013

Las mujeres gitanas denuncian la imagen sexista de 'Palabra de gitano'


De izquierda a derecha: Jelen Amador, Ana Contreras, Michael Burawoy y la socióloga Marta Soler

"Estamos hartas de que nos instrumentalicen para obtener audiencia". Así de contundente y claro es el mensaje de Jelen Amador, una joven gitana abogada y miembro del CREA (CentroEspecial de Investigación en Teorías y Prácticas Superadoras de Desigualdad), que junto con Ana Contreras, presidenta de la Asociación Gitana de Mujeres Drom Kotar Mestipen, convocaron una rueda de prensa para dejar claro que las mujeres gitanas no se ven reflejadas en el programa de Cuatro 'Palabra de gitano'.

"Las mujeres gitanas somos libres de decidir con quienes nos casamos, o si queremos estudiar o no", explicó Amador a los medios. "Denunciamos este tipo de prácticas estereotipadas que siguen algunos medios, y denunciamos la imagen sexista que promueven y reflejan de los gitanos. Somos personas muy diversas y basta ya de generalizar y ofrecer un perfil determinado" exigió la joven. También quiso mostrar su desacuerdo con la instrumentalización que el programa hace de la mujer no gitana, que continuamente sufre el rechazo de los gitanos que esta serie muestra.

Por su parte, Ana Contreras, destacó que la imagen estereotipada que presentan algunos medios genera racismo y destruye todo el trabajo que muchos gitanos llevan a cabo para acabar con la discriminación. "Llevamos muchos años esforzándonos para dar a conocer a los 'gitanos invisibles', los que trabajamos, los que estudiamos, etc., que somos justamente los que los medios no reflejan", reconoció Contreras. "Como no respondemos a los tópicos, somos invisibles, pero no somos menos gitanos", afirmó, añadiendo que la comunidad gitana exige "igualdad de trato, derecho contemplado en nuestra Constitución".

La rueda de prensa estuvo apoyada por el Dr. Michael Burawoy, profesor de Sociología de la Universidad de Berkeley y presidente de la Asociación Internacional de Sociología (ISA), quién auguró que estas prácticas desaparecerían si hubiera un diálogo continuo y profundo entre gitanos, medios y académicos.

 

Silvia Rodríguez Gómez

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