Con Camarón en el capote

     1.09.2002 / Con una cornada de ocho centímetros que le atravesaba el muslo derecho, Vanesa Montoya, gitana del sevillano barrio de Triana, salió por primera vez el jueves 18 de julio al albero de La Maestranza con ganas de triunfar. Pero ni el novillo ni los tirones de los puntos le dejaron rematar una faena que habría supuesto su pasaporte para debutar con picadores en la misma arena la próxima temporada.
   La voz de Montoya, la primera novillera gitana, suena débil. Está triste por lo ocurrido en la tarde que ella consideraba "toda una oportunidad" y se lamenta de que el novillo que le tocó en el sorteo, de Gabriel Rojas, fuera "malo, malo de verdad".
   "Hay que darlo todo y tengo que tirar para adelante con todas las consecuencias. Esto no ha hecho nada más que empezar y tengo todo el ánimo para seguir", se rebela Montoya, que a sus 18 años lleva el toreo y el arte en la sangre. Le viene de casta. Sobrina-nieta de Gitanillo de Triana y Cagancho, ha vivido el ambiente taurino desde que tiene uso de razón, repasando las vidas y fotografías de tan grandiosos ancestros. "Ya me gustaría a mí ser una alpargata de Gitanillo de Triana". Su penetrante mirada ya muestra una valentía y una madurez que le serán muy valederas a la hora de capotear en este complicado mundo del toro.

Un mozo "sufriente"
  
"Desde chica, en mi casa, siempre se ha hablado de toros, y con 15 años decidí entrar en el Aula Taurina de Sevilla a pesar de que a mi padre no le hacía mucha gracia". En efecto, además de con los novillos, ella tuvo que lidiar durante un tiempo con el inevitable sentimiento de protección de su padre, Joaquín Lérida Vega, quién una vez asumida la firme determinación de la niña, decidió unirse a ella y ahora se ha convertido en su "sufriente" mozo de espadas, como a él mismo le gusta decir.
   Su madre, María Estrella García Montoya, es prima hermana de La Chispa, la viuda de Camarón, aunque dice que ni el cante ni el baile están hechos para ella. "Camarón es único: ¿sabes que hasta los sordos le escuchaban? Una vez iba con un torero que era un poco teniente de oído y, nada más escuchar a Camarón, me dice: "¡Mira, Vanesa! ¡Mira cómo se me ponen los pelos de punta!", cuenta la sobrina.
   Tiene miedo, pero sólo al fracaso, y aunque es consciente de las trabas que puede tener por su condición de mujer -pocas han triunfado en el mundo del toro-, está segura de un acosa: "Sevilla me juzgará por lo que haga y no por lo que soy". El próximo día 25 le espera una nueva faena en la localidad cordobesa de El Viso de los Pedroches. Ella hace borrón y cuenta nueva porque sabe que en un futuro paseará por las plazas de primera con un capote con la cara de Camarón. "Querer es poder", afirma, y lo que quiere Vanesa Montoya es ser torera.

La dinastía de José Monge
Camarón tiene un nieto de nueve meses, que se llama José, tiene los ojos celestes y se le parece. Otro José, el hijo pequeño de José Monge Cruz y Dolores Montoya, "La Chispa", rompió a cantar con cinco o seis años, ahora tiene 11. Dicen que lo hacía muy bien por bulerías. cantaba para todo el que se lo pidiera, hasta que su abuelo Diego le dijo que tuviera cuidado. Nadie le ha vuelto a oír. Ahora estudia música, tercero de guitarra en el conservatorio de La Línea, donde le llevó su hermano Luis, el mayor, que con 23 años es un tocaor "rancio", hondo, especialmente con las seguiriyas, las soleares o las bulerías.
   Luis está convencido de que su hermano acabará cantando y será de los buenos. El primogénito de Camarón ha tocado junto a Raimundo Amador, en un disco de homenaje a su padre ("Por Camarón") que sale estos días a la venta. (....)
   La copla en la que interviene son unos tanguillos de Pata Negra, "¡Ay José!, yo te canto, Camarón", que tiene el embrujo de lo único: la cantan a dúo las hermanas Gema (de 20 años) y Rocío (18 años) Monge Montoya en su primera y última incursión profesional. Ellas empezaron a cantar en la Iglesia Evangélica y no quieren dedicarse a ésto. Tampoco le parece bien a sus parejas, ni a su madre. Gema está feliz como ama de casa con dos hijos que cuidar y Rocío ha hecho esteticista y ahora estudia peluquería. gema está acostumbrada a los dúos. En familia canta por Lole y Manuel con su marido, José Heredia, "Nené", con el que se casó hace dos años. Son los padres de Abigail, que tiene los ojos verdes como su abuelo, y de José, el último -de momento- de la dinastía de Camarón. Rocío se casa en agosto.
   La familia de Camarón vive unida como una piña en La Línea (Cádiz), el pueblo originario de La Chispa, y donde conoció a quien sería su marido -ella se casó con 16 y él con 25-, cuando José Monge venía a esta localidad con su amigo Manuel Molina (el de Lole y Manuel). A la cabeza del clan está Dolores que tiene una mercería, "Bazar Chispa", en la calle Teatro. Este lugar es un punto de encuentro para la familia, los amigos y los admiradores del genio que no paran de entrar con una foto o una grabación.
   Éste es también un lugar de peregrinación: "Un muchacho australiano vendió su moto y con el dinero se vino para conocer a la familia de Camarón", cuenta La Chispa. La leyenda también se conserva en el bajo de la casa, en donde Luis cuida las 60 guitarras que tenía Camarón. "Mi padre me veía tocar, me escuchaba, pero no me decía nada. Él no quería que yo fuera artista, quería que estudiara". Su madre tampoco quiere que sus hijos sean artistas.
   José Monge sigue manteniendo a su familia. La Chispa menciona que, en vida, le daba todos los caprichos a sus hijos. Luis dice que, económicamente, ahora no les falta de nada. Camarón se vende muy bien y los porcentajes suponen ingresos importantes. "Se parecía mucho a mi padre, era igual de raro y callado", afirma Dolores. Recuerda que la enfermedad de José "fue muy rápida, se fue enseguida" y cómo ella estuvo cuatro años llorando, "porque no sabía qué hacer sin él". Su padre y su hermana Curra se ocuparon de los niños hasta que un día sus hijos la sacaron de la depresión: "Me dijeron que si yo no comía, ellos tampoco, incluso el chiquitito, con cinco años..."
   El chiquitito ahora es su nieto José, a quien su tío Luis sienta en sus rodillas y le lleva la mano para que haga compás sobre la mesa. La dinastía continúa.

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